
Abismo.
Viajamos en la nube del olvido, un día, una noche. ¿Importa acaso? El tiempo no existe. Solo existes tú. Solo existo yo. Y a través de la niebla solo paz se respira.
Silencio. Silencio a través de las ramas, despojadas de toda vida. Están muertas, igual que tú, igual que yo. Estamos vivos. Nuestras piernas se mueven calmadas, entrelazándose con el suelo, entrelazándose con el universo. Se hunden en el abismo de la melancolía, de la ternura, de la soledad. Vacío.
Y nos abandonamos a la voluntad de…
¿De qué? No lo sé. ¿Dónde estamos? ¿Estamos en alguna parte?
Hoy no lo sé. Esta noche no lo sé. Esta noche…
Espera un poco. ¿Es de noche ya? Tenemos que volver. Hay un mundo allá esperando.
Otro día… Otra noche… En otro momento volveremos a observar la luz. Hoy ya es hora de abandonarnos.
Otro día volveremos a amarnos.Pero hasta ese segundo, no me olvides, Ángel…